No se que caminos siguió este pájaro para terminar aquí, anidado en la vieja caja de bombones. Creo que en su recorrido se posó en la cabeza de mi abuela Julia, en el casamiento de mis padres, sin asustarse de su cara de mala. Julia, que dejó a su hija con una pariente en Córdoba, sola, para venir a vivir en una pensión de Buenos Aires, pero que fue capaz de morir de amor por nuestro perro Topy.
2 comentarios:
Precioso tocado que se convierte en tu foto en una leve insinuación. Un abrazo
Me gusta la foto, pero más el final del texto. A pesar del contenido es muy poético. Y sí, quién sabe lo que encierra el alma, tan llena de razones extrañas.
Hoy leía en el diario Clarín que los gatos son las mascotas más buscadas por los solteros, pienso que el amor va mutando. No tiene nada que ver con la historia de Julia, pero me acordé.
Besos
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